Devolvamos aceras y plazas a los peatones limitando la expansión de las terrazas

Los vecinos de Lavapiés y otras zonas del distrito centro, estamos viendo como las terrazas engullen nuestros espacios de convivencia y paseo. El reciente aumento brusco del número de turistas que nos visita ha contribuido a ello, cambiando los usos del espacio público,  de nuestro comercio, de la forma de movernos por la ciudad y hasta de nuestras costumbres. Ya se ha propuesto una moratoria turística en el centro, pero no basta con regular los alojamientos, ya que los mismos madrileños podemos comportarnos como “turistas” en nuestra propia ciudad, acudiendo en masa a ciertos barrios por la atracción que ejercen bares y restaurantes.

Unos y otros turistas demandan un espacio público muy particular,  que esta haciendo desaparecer (si es que no lo ha hecho ya para siempre), el comercio tradicional y las tiendas de cercanía. Preciosas tiendas de ultramarinos, carpinterías, pescaderías o tintorerías, que nos son tan necesarias, han sido aniquiladas en favor de bares, terrazas y pérgolas, que contribuyen tanto como los pisos turísticos en la expulsión de los vecinos . Y mientras éste equipo de gobierno municipal, u otros futuros, intentan encontrar soluciones a un problema que ya nos ha desbordado, no debemos facilitar esta invasión, remodelando el centro para después “revendérselo” a bajo precio a éste tipo de negocios. Ésta fue una promesa del actual consistorio y para muchos, entre los que me incluyo,  ese fue uno de los principales argumentos para votarles.

Todos hemos asistido en el pasado a ampliaciones de plazas y aceras que en pocos meses se han llenado de terrazas. El espacio urbano, que debería ser de los ciudadanos, y el dinero público empleado, han cambiado de manos en muy poco tiempo. Las amplias aceras que en este momento se están creando en la calle Atocha podrían dejar de ser de todos antes de 1 año y eso sería una estafa al ciudadano. Recordemos lo que fue la Plaza de Santa Ana y lo que es ahora.

Y pensemos en todas aquellas virtudes que hacen de un barrio el más “cool” del mundo, ¿las estamos fomentando de verdad? ¿o estamos tratando de batir el record Guinness de bares por m2?

Necesitamos que se reduzcan, tanto el número de licencias de terrazas y bares, como el espacio que se les permite ocupar, y que se hagan, a la vez, inspecciones para evitar que se apropien de forma ilegal del espacio circundante.

En definitiva, devolver a los ciudadanos el espacio público que nos ha sido arrebatado, conseguir una ciudad en la que pasear sea un placer, no una tortura.